El Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
El Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven.
El Espíritu Santo es una Persona divina, que participa en todas las actividades y propósitos de la Deidad, al igual que el Padre y el Hijo. El Espíritu Santo también se ha asociado íntimamente con aquellos que han sido redimidos por la sangre de Cristo. Estas dos características del Espíritu Santo pueden verse en la primera y en la última página de la Biblia.
En la primera página de la Biblia vemos al Espíritu moviéndose sobre las aguas. La palabra “movía” es la misma que se utiliza para describir el vuelo del águila sobre sus crías mientras aprenden a volar (“revolotea” en Dt. 32:11). Vemos así al Espíritu Santo moviéndose, aplicando su poder creador sobre la faz del mundo. Todo lo que Dios creó fue descrito como “bueno”. Pero el hombre, que fue creado a imagen de Dios, y que era la obra maestra de esa creación, escuchó la voz del engañador. Como consecuencia, todo el universo se sumió entonces en el desorden y, desde entonces, “reinó la muerte” (Ro. 5:17).
El Espíritu ya no se mueve sobre la faz de la tierra. Desde la muerte y resurrección de Cristo, él habita en los redimidos de la tierra (Jn. 14:17). Es por eso que, en la última página de la Biblia, vemos una escena totalmente diferente a la de la creación. Vemos al Espíritu en una asociación estrecha con la Esposa. ¡Ambos están completamente en armonía al decirle al Esposo que venga!
La última página de la Biblia también nos dice que la vieja creación va a desaparecer, y que el mundo restaurado, “el siglo venidero”, llegará, y que finalmente todo dará paso a cielos nuevos y tierra nueva (Ap. 21:1). Mientras tanto, el Espíritu y la Esposa invitan a los pecadores necesitados a que vengan a beber del agua de la vida.
Así, cuando la Iglesia anhela la venida de Cristo y busca la salvación de los pecadores, está en plena comunión con Dios el Espíritu Santo.
Brian Reynolds