El Señor Está Cerca

Miércoles
10
Enero

¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?… ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?

(Romanos 8:31, 35)

El amor de Cristo (1)

Tres veces en el Nuevo Testamento hallamos la expresión: “El amor de Cristo”. Primero consideraremos esta expresión tal como aparece en Romanos 8.

La Epístola a los Romanos nos presenta el evangelio de Dios acerca de su Hijo (Ro. 1:1, 3). Es la buena noticia de Dios para un mundo pecador que se ha alejado de él. Desde el principio de la Epístola hasta el versículo 11 del capítulo 5, vemos cómo Dios se ha ocupado de nuestros pecados -los pensamientos, las palabras y las obras pecaminosas que hemos cometido. Luego, desde el capítulo 5:12 al 8:39, vemos cómo Dios ha tratado con el pecado, la raíz maligna en nuestro ser que produce los pecados.

¡Qué nota triunfal, pues, nos presenta el cierre del capítulo 8! Si Dios está a nuestro favor, ¿quién puede estar en nuestra contra? ¿Quién puede acusar a quienes Dios ha justificado en virtud de la obra de su Hijo? Cristo murió, pero también resucitó, y ahora está a la diestra de Dios, y desde allí intercede por nosotros (v. 34). Quizás alguien puede preguntarse: ¿Qué puede separarnos del amor de Cristo? La respuesta es clara: nada. Nuestros pecados no pueden separarnos de su amor, porque él ha muerto por ellos. Las circunstancias actuales, por muy difíciles que sean, no pueden separarnos de su amor. De hecho, cuando experimentamos su ayuda y apoyo en momentos de dificultad, llegamos a conocer su amor y su fiel cuidado por nosotros.

Independientemente de la prueba -perder un trabajo, la salud, un ser querido; o incluso enfrentar la misma muerte- nada podrá separarnos del amor de Cristo. “Como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Jn. 13:1).

Kevin Quartell

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