Se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel.
Pablo, como siervo de Cristo y administrador de los misterios que Dios le había confiado, fue fiel en su servicio. Después de haber interpelado a sus lectores con respecto a la condición carnal en la que estaban (1 Co. 1 - 3), Pablo aborda la tendencia de estos a juzgarlo a él y a su servicio, así como a los que trabajaban con él (como Sóstenes, con quien se asocia para escribir esta carta). Pablo quería que sus lectores se convirtieran en verdaderos seguidores de Cristo, aprendiendo de él y de Apolos, y que no se dedicaran a juzgarlos.
Pablo había pasado por grandes dificultades y angustias en su servicio a hacia los corintios, siendo un modelo de fidelidad para ellos (1 Co. 4:9-16). Como padre, los exhortó a ser sus “imitadores”. Pablo menciona entonces a su hijo espiritual Timoteo, quien había estado sirviendo junto con él, como otro ejemplo de fidelidad. El apóstol también era el padre espiritual de los creyentes de Corinto, pero aún tenían que aprender otras lecciones, las cuales Pablo aborda en su carta. Para que aprendieran mejor estas lecciones y las pusieran en práctica, había decidido enviarles a Timoteo, su “hijo amado y fiel en el Señor” (v. 17). Los creyentes de Corinto también eran sus hijos amados, pero hasta que no pusieran en práctica sus enseñanzas, Pablo no podía referirse a ellos como «fieles». En Timoteo pudieron ver en la práctica lo que significa la fidelidad. El orgullo, la voluntad propia y otras características carnales serían juzgadas para que los caracteres de Cristo (reflejados en Timoteo) pudieran manifestarse en ellos y entre ellos, con amor y mansedumbre.
¡Que seamos “instrumentos” (Hch. 9:15) útiles en las manos del Maestro, para que así sus maravillosos caracteres se reflejen en nuestras palabras, acciones y conducta!
Alfred E. Bouter
Hazme una fuente de bendiciones
Y que fulgure Cristo en mí;
Hazme un testigo, te ruego, Señor,
Y un fiel obrero de mi Salvador.
E. Wilson