El Señor Está Cerca

Sábado
29
Julio

Vienen a Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo… Y comenzaron a rogarle que se fuera de sus contornos.

(Marcos 5:15, 17)

El hombre prefiere a Satanás en lugar del poder y la gracia del Hijo de Dios

Este solemne relato muestra que, si bien el poder de Satanás es terrible para el hombre, la presencia de Dios le es intolerable, aun cuando se manifieste con poder y gracia para liberarlo. Alguien ha dicho: «Tenemos más miedo de Jesús y de su gracia que del diablo y de sus obras».

Los hombres de la ciudad, que “salieron a ver qué era aquello que había sucedido” (v. 14), se encontraron inmediatamente con la evidencia de la gracia y el poder de Jesús. Encontraron a este hombre, que durante mucho tiempo había sido un azote para su territorio, “sentado, vestido y en su juicio cabal”. ¡Maravillosa imagen de una persona verdaderamente convertida, liberada del terrible poder de Satanás, y llevada a descansar a los pies de Jesús! Este hombre ya no está desnudo y expuesto al juicio, sino “vestido”; está libre de acusaciones, justificado ante Dios, Cristo es su justicia; y ahora está “en su juicio cabal”, reconciliado con Dios y ya no siente odio contra él.

Luego leemos que “tuvieron miedo”. ¡Qué comentario tan adecuado para los hombres de este mundo! Cuando ven que Dios se ha acercado mucho a ellos, tienen miedo. El hombre culpable siempre tiene miedo de Dios. Adán, después de su caída, tuvo miedo; en el Sinaí, los israelitas tuvieron miedo, y estos gadarenos también. Sea cual sea la forma en que Dios venga, ya sea como visitante en el jardín del Edén, en su majestad en el Sinaí, o lleno de gracia como en Gadara, la presencia de Dios es insoportable para el hombre culpable. La gente prefería a los demonios, al endemoniado y a los cerdos, en lugar del Hijo de Dios, aun cuando este estaba allí, lleno de poder y gracia para liberarlos. Entonces leemos que “comenzaron a rogarle que se fuera de sus contornos”, y Jesús lo hizo. Él accedió a su petición, y se fue de allí.

Hamilton Smith

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