El Señor Está Cerca

Viernes
30
Junio

Pasemos al otro lado… se levantó una gran tempestad de viento.

(Marcos 4:35, 37)

Jesús con nosotros en la tormenta

Esta conmovedora historia comienza con las palabras del Señor: “Pasemos al otro lado”. Jesús acompañó a sus discípulos en esta travesía; sin embargo, incluso con su compañía, podemos esperar encontrarnos con dificultades, pues el diablo siempre se opone a Cristo. De este modo, en la figura, leemos: “Se levantó una gran tempestad de viento”. Sin embargo, Jesús estaba con ellos, pero estaba durmiendo sobre una almohadilla. En tales circunstancias, nuestra fe es puesta a prueba seriamente y, como los discípulos, podemos incluso empezar a preguntarnos si el Señor se preocupa por nosotros. Pero si tales dificultades tienen el propósito de probar nuestra fe, también son una oportunidad para que Cristo muestre su supremacía sobre todas las pruebas que enfrentamos. En el relato de Marcos, él reprende al viento y le dice al mar: “Calla, enmudece”. Del mismo modo, él puede intervenir hoy, en el momento y de la forma que considere oportuno. Entonces calmará todas nuestras tormentas y nos dará una “grande bonanza”.

En el mismo espíritu, Pablo le pudo escribir a los tesalonicenses: “El mismo Señor de paz os dé siempre paz en toda manera. El Señor sea con todos vosotros” (2 Ts. 3:16). La fe se da cuenta de que, sean cuales sean las tormentas que tengamos que afrontar, el Señor está con nosotros para darnos paz en todo momento y en toda circunstancia. Afanados por la “gran tempestad de viento” que golpea nuestra pequeña embarcación, podemos olvidarnos de Cristo y pensar egoístamente, enfocándonos solo en nosotros mismos, llegando a decir, al igual que los discípulos: “Perecemos”. Pero ¿existe alguna tormenta, aunque levantada por el diablo, que pueda frustrar los consejos de Dios para Cristo y los suyos? ¡Imposible! Ninguna de sus ovejas perecerá jamás; todas serán llevadas al hogar al final de la travesía. El problema de los discípulos, y a menudo el nuestro también, es que poseemos una débil percepción de la gloria de la Persona que está con nosotros. No se dieron cuenta de que el Hombre que estaba con ellos era también el Hijo de Dios.

Hamilton Smith

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