El Señor Está Cerca

Jueves
29
Junio

Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo. Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová-nisi; y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación.

(Éxodo 17:14-16)

Una vida de lucha

Me atrevo a decir que muchos de nosotros hemos pensado, al ver cuán necesario es depender del Señor, que bastaría con una buena batalla con Satanás para solucionarlo todo. ¡Pero no existe tal cosa! Tenemos la seguridad de la victoria, pero no la promesa de que el conflicto cesará mientras estemos en el desierto de este mundo. Dios nos ha prometido que “aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies” (Ro. 16:20). Del mismo modo, el Señor le dijo a Israel: “Raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo”, pero, aun así, “Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación”.

Hasta que Cristo venga, y Satanás sea atado, y tengamos el resultado completo de la victoria, debemos entender que enfrentaremos luchas y conflictos –no en relación a la esclavitud del Faraón en Egipto, sino por la guerra contra Amalec en el desierto. Pero nos animamos porque sabemos que es el Señor quien pelea, aunque lo hizo a través de Israel y por eso los israelitas tuvieron que luchar. Se trata de la batalla del Señor contra Satanás, y ese es nuestro consuelo. Pero todavía hay una batalla que tenemos que librar, por lo que nos mantenemos en un estado permanente de dependencia. Cuando Israel se relajó, la situación empeoró.

En la escena que tenemos ante nosotros, vemos que la victoria dio paso a la alabanza. “Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová-nisi”. Si al obtener la victoria, no somos llevados a la alabanza, entonces nos alejaremos de Dios. Qué triste es que la victoria a menudo traiga solamente una simple alegría en lugar de una mayor dependencia de Dios, ¡hallando nuestro deleite en él! ¡Que podamos trazar cada vez más, en todos sus asombrosos caminos, las profundidades de su amor divino!

J. N. Darby

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