El Señor Está Cerca

Sábado
10
Junio

Me he desnudado de mi ropa; ¿cómo me he de vestir? He lavado mis pies; ¿cómo los he de ensuciar?

(Cantar de los Cantares 5:3)

El camino del alma errante

Este versículo retrata a una persona que, habiéndose vuelto insensible a las demandas de su Señor, no está dispuesta a salir al frío ni a ensuciarse los pies para servirlo. Abandonar al Señor de esta manera es malo y adormecedor. ¿Y quién puede decir hasta qué punto podemos distanciarnos del Señor una vez que nos alejamos de su presencia, o en cuántos rodeos podemos extraviarnos?

Pensar en tal camino es aterrador. Cuanto más amemos a nuestros hermanos y cuanto más espiritual sea nuestra percepción, mayor será nuestro dolor por un alma que se extravía. ¿Hay alguien que se preocupe por las almas y por la gloria del Señor que no haya llorado en secreto al ver que el celo disminuye visiblemente y la energía desaparece en un creyente cuyo corazón solía arder por su Señor?

Los que han visto a un alma, una vez llena de celo, dejarse desviar por alguna sutil trampa del enemigo, saben la pena que esto produce.

¡Qué rápido cambia todo! Pronto se produce una falta de regularidad en la asistencia a las reuniones. Este creyente se imagina que todo el mundo ha cambiado su actitud hacia él, y, ¡no entiende que es él quien ha cambiado! Se ofende por todo y quizás hasta se vaya. Solo el Señor conoce la verdadera razón de este cambio y solo él puede seguir los pasos de los caminos errantes de este creyente.

Sin embargo, el Señor no aparta sus ojos del errante, pues aquel que sufrió por sus pecados nunca dejará de cuidarlo. En la sabiduría de su amor, el Señor puede permitir que quien se ha desviado experimente la amargura y la tristeza de su propia conducta. Pero el Señor siempre tiene los medios para llevar a ese creyente al arrepentimiento y a la plena restauración. Esto será un gran consuelo para el pastor que cuida de las ovejas.

A. Miller

¡Oh, esperanza del corazón contrito!
¡Oh, alegría de los mansos!
Con los que caen, ¡qué bueno eres!
¡Qué bueno eres con los que buscas!

Bernard de Clairvaux

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