El Señor Está Cerca

Jueves
1
Junio

[Ester dijo:] Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día; yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca.

(Ester 4:16)

[Zeres dijo:] Hagan una horca de cincuenta codos de altura, y mañana di al rey que cuelguen a Mardoqueo en ella; y entra alegre con el rey al banquete.

(Ester 5:14)

Después de la cautividad en Babilonia (16) Propuestas contradictorias

Mardoqueo le había dicho a Ester que no debía pensar que, por su posición de reina, se libraría de la muerte que les esperaba a los judíos. Le preguntó: “¿Quién sabe si para esta hora has llegado al reino?” (v. 14). Ester reaccionó positivamente a su apelación, y le pidió que ayunara por ella con los judíos de Susa, pues iba a entrar en la casa del rey y arriesgaría su vida.

Unos días más tarde, Amán llegó a su casa todo radiante, jactándose de haber tenido el extraordinario honor de ser invitado, al igual que el rey, a un banquete en el palacio de la reina Ester. ¡Y al día siguiente se repetiría lo mismo! Pero su alegría se estropeó ante la negativa de Mardoqueo de levantarse e inclinarse ante él. Su mujer y sus amigos le aconsejaron que preparara una horca y que, con el permiso del rey, colgara a Mardoqueo en ella, y que entonces podría ir y disfrutar del banquete de la reina. Esos malos consejos siempre provienen de aquel de quien nuestro Señor dijo: “Él ha sido homicida desde el principio” y que “no viene sino para hurtar y matar y destruir” (Jn. 8:44; 10:10). Satanás no valora la vida humana. ¡Cuántas vidas inocentes han sido sacrificadas en este mundo por hombres despiadados, ávidos de poder e inspirados por Satanás!

¡Qué diferencia con nuestro Señor! No solo arriesgó su vida, sino que la dio para que tuviéramos vida eterna. Entonces, ¡qué importante es que nos neguemos a nosotros mismos –simbolizado por el ayuno– y oremos insistentemente para que muchos pecadores lleguen a confiar en Cristo como Salvador!

Eugene P. Vedder, Jr.

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