El Señor Está Cerca

Martes
30
Mayo

Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, ¿qué es la madera de la vid más que cualquier otra madera? ¿Qué es el sarmiento entre los árboles del bosque? ¿Tomarán de ella madera para hacer alguna obra? ¿Tomarán de ella una estaca para colgar en ella alguna cosa? He aquí, es puesta en el fuego para ser consumida; sus dos extremos consumió el fuego, y la parte de en medio se quemó; ¿servirá para obra alguna?

(Ezequiel 15:1-4)

Pruebas de la vida divina

Dios es el Dios de verdad. Aborrece la hipocresía y ama la verdad. Cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, siendo Dios manifestado en carne, tuvo esta misma actitud. Estaba lleno de amor por los pecadores perdidos, y lleno de ternura y compasión por cualquiera que quisiera conocer la verdad. Sin embargo, denunció severamente la hipocresía y la justicia propia, pronunciando severos juicios sobre aquellos que trataban de ocultar su verdadero estado ante Dios.

Cuando hay vida divina en el alma, entonces habrá frutos visibles para Cristo. Por grande que sea la profesión, esta no puede compensar la falta de arrepentimiento y la gracia regeneradora de Dios. La obra interior del Espíritu Santo en nosotros se traducirá en un comportamiento coherente. El Señor es glorificado cuando los que dicen ser salvos dan un fruto precioso, el cual proclama la autenticidad de lo que profesan que sucedió en sus almas. El que dice ser creyente y no da fruto es como un sarmiento que no produce uvas. Es prácticamente inútil. Los creyentes deben brillar como lumbreras en un mundo oscuro, atrayendo otras almas a Cristo.

Para cumplir con estas responsabilidades, uno ha de nacer de nuevo. El hombre natural no puede vivir espiritualmente; no entiende las cosas de Dios (1 Co. 2:14). Los siervos de Dios se reconocen por sus frutos. El servicio y el fruto fluyen de la vida divina que el creyente recibe en el nuevo nacimiento.

H. A. Ironside

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