Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia.
En su segunda epístola, el apóstol Pedro describe la corrupción moral que caracteriza al mundo en que vivimos. En medio de estas condiciones, nos muestra el camino para escapar de esta corrupción y no ser arrastrados por la marea del mal que nos rodea. No se trata de preocuparse demasiado por lo que ocurre en este mundo o de intentar mejorarlo, sino que esta epístola nos muestra lo que Dios tiene pensado para este mundo. La intención de Dios es someter todas las cosas a Cristo, las cosas “que están en los cielos” y las “que están en la tierra” (Ef. 1:10). El mundo verá entonces que el mismo Jesús al que crucificaron vendrá “con poder y gran gloria” (Lc. 21:27), como “Rey de reyes y Señor de señores” (Ap. 19:16). Todos sus enemigos serán puestos bajo sus pies. La promesa de la gloria venidera del Señor Jesucristo se refiere a este tiempo futuro del Milenio.
Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan y subió con ellos a orar al monte, y allí obtuvieron un anticipo de esa gloria venidera (Mr. 9:28). El Señor se transfiguró ante sus ojos. Es a esta escena a la que se refiere Pedro cuando dice que fueron testigos presenciales de su majestad. Nunca antes nadie había presenciado una escena tan gloriosa: su rostro “resplandeció… como el sol” (Mt. 17:2), su vestido se volvió “blanco y resplandeciente” (Lc. 9:29), y se oyó la voz del Padre desde la magnífica gloria, declarando su agrado en su amado Hijo.
“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones” (2 P. 1:19). ¡Se acerca rápidamente el día en que la gloria de Cristo llenará todo el universo!
Jacob Redekop