Siendo manifiesto que sois carta de Cristo.
Desde el comienzo, el principio es que los cristianos son “carta de Cristo”. La Escritura no dice que deben serlo, sino que lo son. El cristiano debe manifestar a Cristo en todo. En un mundo lleno de tentaciones, un mundo que no conoce a Dios, veo que debo ser siempre un testigo de lo que es Cristo. El modo de hacerlo es ver “la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Co. 4:6). Mi lugar está fijo ante Dios; tengo a Cristo en mí, Cristo es mi vida. Ambas cosas se expresan en este versículo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gá. 2:20).
Usted es “carta de Cristo”: el mundo debe leer a Cristo en usted. “Nosotros todos, mirando… la gloria del Señor, somos transformados…” (2 Co. 3:18). El Espíritu de Dios actúa y me hace ver estas cosas; me hace progresar –debería hacerlo. Así es el cristiano, una carta de Cristo en este mundo, una carta en la que los hombres deben leer a Cristo, la expresión viva de Cristo, porque el cristiano está en Cristo, “aceptos en el Amado” (Ef. 1:6). No alcanzaremos la perfección hasta que estemos en la gloria. No hay ninguna meta ante mí, excepto ser como Cristo en la gloria. “Todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1 Jn. 3:3). En cada paso, el cristiano ve un poco más de cómo es Cristo.
Permítame hacerle una pregunta: ¿se conforma con ser un cristiano de este modo, con ser carta de Cristo, o le gustaría hacer un poco de lo suyo? Es de suma importancia que recordemos que hay un poder real en Cristo para librarnos de todas las tentaciones.
Me gustaría dejar en su corazón la conciencia de la perfección del amor de Dios, y la seguridad de que su amor ha logrado todo lo que necesitamos. El amor de Dios no se ha agotado: se demostró en la cruz.
J. N. Darby
