Dijo Dios: Esta es la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos: Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra.
Dios estableció el arcoíris como señal de su pacto con Noé, y simboliza su gracia y bendición para la humanidad después de que el juicio cayó sobre la tierra a través del diluvio. Los colores del arcoíris nos hacen pensar en “la multiforme gracia de Dios” (1 P. 4:10). La palabra griega traducida como multiforme significa «de varios colores» o «multicolor». La misma palabra se utiliza en la Septuaginta para describir la túnica de José (Gn. 37:3).
Desde lo alto, el arcoíris se ve como un círculo completo. Desde la tierra, solo podemos ver la mitad superior, las gotas iluminadas, por encima del horizonte del campo de visión. Nuestro horizonte humano limita nuestra comprensión de la gracia infinita de Dios: «¡no se nos ha dicho ni la mitad de ella!», como dijo la reina de Sabá ante la gloria de Salomón (1 R. 10:7). Pero podemos descansar sabiendo que el arco del juicio se ha vuelto hacia el cielo, sus flechas se han desviado, y Dios ha sustituido los instrumentos de guerra por una imagen de su gracia y fidelidad, una prenda de paz. Tres hombres en la Biblia vieron arcoíris significativos: Noé vio el arcoíris después del diluvio; Ezequiel lo vio durante la tormenta (Ez. 1:4, 28), y el apóstol Juan lo vio antes de los juicios (Ap. 4:3).
En nuestra vida también nos enfrentamos a pruebas y dificultades. Ya sea que veamos el arco iris arcoíris antes, durante o después de la tormenta, la gracia de Dios nos guiará a través de ella (Ro. 5:35; 8:28). En nuestros días, el arcoíris se ha convertido en un símbolo de rebelión contra Dios. “Hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios” (Jud. 4). ¡Bendito sea Dios! Su gracia aún le permite ser “paciente” para con todos, “no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 P. 3:9).
Tim Bouter