El Señor Está Cerca

Día del Señor
23
Abril

Teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión.

(Hebreos 4:14)

La grandeza de Cristo (4) Un gran sumo sacerdote

Uno de los temas principales de la Epístola a los Hebreos es mostrar que el sacerdocio terrenal ha sido sustituido por un sacerdocio mayor e inmutable. La carta se puede subdividir en dos, según dos caracteres del sacerdocio de Cristo.

(1) Un sacerdocio para el desierto. Este aspecto del desierto se considera en los capítulos 4 a 7. En los tiempos del Antiguo Testamento, se mencionan muchos sumos sacerdotes, pero el Señor Jesús es llamado nuestro gran Sumo Sacerdote. Solo hay un sumo sacerdote en toda la Biblia al que se le denomina “gran”, y ese es el Señor Jesucristo. Su sacerdocio en estos capítulos no tiene nada que ver con nuestros pecados (que ya han sido quitados), sino con nuestras debilidades y tentaciones aquí en el desierto. Él puede compadecerse de nuestras debilidades, pues las conoció en esta tierra durante los “días de su carne”. Podemos acercarnos a él confiadamente para “hallar gracia para el oportuno socorro” (v. 16). Esta última expresión es interesante porque contiene la idea de una ayuda oportuna. Esta expresión también puede traducirse como «ayuda justo a tiempo». Nuestra debilidad requiere de la misericordia de Dios, y en las pruebas de la vida, nuestro Sacerdote viene a nuestra ayuda, justo cuando lo necesitamos (cf. He. 7:25).

(2) Un sacerdocio para nuestra adoración. Lo vemos de forma más llamativa en Hebreos 8:2, donde se nos presenta a Cristo como “Ministro del santuario”. Desde el capítulo 8 hasta el final del capítulo 10, el tema es la adoración, ampliándose en los aspectos relativos a la capacidad, el acceso y la audacia para realizar esa adoración. También se nos exhorta a adorar en vista de que tenemos “un gran Sacerdote sobre la casa de Dios” (He. 10:21). También podemos acudir a la casa de Dios en cualquier ocasión. Cuando surgen dificultades, la tendencia es dejar de congregarse (v. 25). Con un Sumo Sacerdote como Jesús establecido sobre la casa de Dios, no hay razón para hacer tal cosa.

Brian Reynolds

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