El propósito Suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio.
El llamamiento de Dios se basa en el sólido fundamento de Cristo y su obra acabada. Dios Padre reveló a Pedro que su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, es “el Hijo del Dios viviente”. Entonces Jesús le dijo a Pedro que Él mismo –Cristo, no Pedro– es el fundamento, la “roca” sobre la que construiría su Iglesia (Mt. 16:16-18).
La Iglesia comenzó a edificarse cuando el Espíritu Santo descendió a la tierra para habitar en los creyentes; este edificio se completará cuando Cristo regrese para buscar a su Esposa. Entonces, junto con todos los verdaderos creyentes que han vivido desde Pentecostés hasta el arrebatamiento de la Iglesia, estaremos con el Señor para siempre. Para que esto pueda ocurrir, Cristo tuvo que anular la muerte de una vez por todas, lo que significa que eliminó completamente su poder y control. Gracias a la victoria de Cristo, pertenecemos a un reino donde la muerte ya no tiene ninguna autoridad. Por eso el Señor Jesús le dijo a Pedro que las puertas del Hades no prevalecerían contra su Iglesia (Mt. 16:18). Cristo sacó a luz la vida y la inmortalidad (o incorruptibilidad), librándonos del poder de Satanás, del pecado y de la muerte, y nos ha llevado a un reino de luz y vida –¡increíble victoria! Nuestros cuerpos mortales experimentarán esta victoria cuando Cristo regrese para tomarnos a sí mismo.
Mientras tanto, Cristo ya está compartiendo con nosotros los maravillosos resultados de su triunfo, habiéndonos hecho partícipes de las cosas que obtuvo mediante su victoria sobre Satanás y la muerte. Cristo nos ha comunicado estas excelencias a través del evangelio, ¡alabado sea Dios! ¿Has aceptado el mensaje de salvación de Dios en tu corazón y lo has recibido por fe, haciéndolo tuyo?
¿Eres realmente salvo, has nacido de Dios, has nacido de arriba? Si no es así, cree en él hoy mismo.
Alfred E. Bouter