El Señor Está Cerca

Martes
18
Abril

Salga un decreto real… y se escriba entre las leyes de Persia y de Media, para que no sea quebrantado: Que Vasti no venga más delante del rey Asuero; y el rey haga reina a otra que sea mejor que ella. Y el decreto que dicte el rey será oído en todo su reino, aunque es grande, y todas las mujeres darán honra a sus maridos.

(Ester 1:19-20)

Después de la cautividad en Babilonia (11) El desafío es castigado

Mientras que el rey Asuero había organizado un banquete para los hombres, su esposa, la reina Vasti, había preparado uno para las mujeres. El último día de la fiesta, el rey mandó traer a la reina Vasti con la corona del reino para mostrar su belleza a los invitados que estaban reunidos. Pero Vasti se negó. Furioso, el rey preguntó a siete sabios, que eran sus ministros más cercanos, cómo podía castigarse, según la ley del reino, esta afrenta y desobediencia de la reina.

Memucán, uno de estos consejeros, le hizo ver al rey cuáles serían las desastrosas consecuencias que ocasionaría el comportamiento de la reina. Su temor radicaba en que todas las mujeres, al enterarse de este incidente, podían empezar a tratar a sus maridos con desprecio, justificando sus acciones por la actitud de la reina. Por lo tanto, sugirió quitarle su posición a la reina y que esta fuese dada a alguien mejor que ella. Esta propuesta agradó al rey y se promulgó el edicto, enviando cartas a todas las provincias para dar a conocer esta decisión del rey. Pero ¿cuál es el pensamiento de Dios?

Hoy en día vemos luchas similares. Al leer el capítulo 2 del Génesis, vemos que Dios creó a la mujer para que fuera una ayuda idónea para el hombre. En el capítulo 3, la mujer es puesta bajo sujeción a su marido como resultado de haber sido engañada por las mentiras de la serpiente y haber llevado a su marido a desobedecer a Dios.

En Efesios leemos que las esposas deben estar sujetas a sus maridos en todo, “como la iglesia está sujeta a Cristo”, y que los maridos deben amar a sus esposas, “así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (Ef. 5:22, 24, 25). ¡Desafiar las instrucciones de Dios siempre conduce al desastre!

Eugene P. Vedder, Jr.

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