Pero yo cantaré de tu poder, y alabaré de mañana tu misericordia; porque has sido mi amparo y refugio en el día de mi angustia. Fortaleza mía, a ti cantaré; porque eres, oh Dios, mi refugio, el Dios de mi misericordia.
Estos versículos del salmo 59 hablan de un tiempo de prueba. Todos nos enfrentamos a días difíciles, ya sea en nuestra vida personal, en nuestras familias o en la congregación de creyentes con la que nos reunimos. ¿Qué recursos están disponibles en esos días? Aunque este salmo se aplica proféticamente a días muy difíciles que se avecinan –la «gran tribulación», por la que tendrá que pasar el remanente judío fiel (Mt. 24:21)–, nuestro Dios sigue siendo el mismo, y los recursos espirituales de los que dispondrán aquellos judíos fieles son los mismos con los que contamos actualmente.
En primer lugar, el salmista habla del poder de Dios, de su “poder”; este se manifestó en la creación (Gn. 1) y también en la resurrección del Señor Jesús (Ef. 1:19, 20). Ese mismo poder está opera actualmente en nosotros (Ef. 3:20), sosteniéndonos durante los días difíciles y moldeando nuestras vidas para que se asemejen cada vez más a la del Señor Jesús (Ro. 8:29).
En segundo lugar, tenemos la misericordia de Dios que nos sostiene cada día. Sus misericordias son nuevas cada mañana (Lm. 3:22, 23), y vienen para suplir nuestras necesidades diarias.
En tercer lugar, Dios también es nuestro “amparo y refugio”. Cuando las circunstancias nos abrumen, refugiémonos en nuestro Padre y en el Señor Jesús. El apóstol Pablo pudo decir: “El Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas” (2 Ti. 4:17). El Señor hará lo mismo por nosotros.
Por último, Dios es nuestra “fortaleza”. Nuestras manos son débiles, pero podemos decir con Pablo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13).
El salmista pudo cantar cuando pensó en todo lo que Dios era para él. Que nosotros también, fortalecidos por él, seamos capaces de cantar, incluso en los días difíciles que atravesamos en este mundo.
Kevin Quartell
