El Señor Está Cerca

Día del Señor
16
Abril

Todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros.

(Lucas 7:16)

La grandeza de Cristo (3) Un gran Profeta

Los habitantes de la aldea de Naín se asombraron y glorificaron a Dios, pues acababan de presenciar un milagro extraordinario. El Señor Jesús había resucitado de los muertos a un joven y se lo había devuelto a su madre viuda y desesperada. Todas estas personas sintieron que Dios se había acercado mucho a ellos, y tenían razón. Estaban seguros de que se había levantado un «gran profeta» entre ellos, ¡y en esto tampoco se equivocaban!

Por mucho tiempo, el pueblo había estado esperando que Dios enviara a un gran profeta para visitar a Israel. Justo antes de la venida de Cristo, esta expectativa estaba en su punto más alto. De hecho, mucha gente pensaba que Juan el Bautista era este profeta esperado, lo que el propio Juan negó con vehemencia, diciendo: “Yo no soy el Cristo” (Jn. 1:20). Este pensamiento tuvo su origen en la profecía de Moisés: “Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis” (Dt. 18:15). Además, Moisés había revelado que, si alguien no escuchaba las palabras de este profeta, Dios le iba a pedir cuenta (v. 19). ¡Qué advertencia tan solemne!

Reconocemos que Cristo es sacerdote y rey, pero no solemos detenernos en su título de Profeta. Perdemos mucho cuando hacemos esto. Veámoslo cuando trata con la gente en los evangelios. Después de presentarle a una mujer su historia de pecado, ella respondió: “Señor, me parece que tú eres profeta” (Jn. 4:19). Cristo expone los corazones y despierta las conciencias. Veámoslo en mayor escala: sentado en el monte de los Olivos, él reveló el futuro de Israel y del mundo entero (Mt. 24). Una religión muy conocida, con millones de seguidores en todo el mundo, afirma haber sido establecida por «el profeta» –pero era un falso profeta. ¡Qué maravilloso saber que nuestro Señor es el Gran Profeta que vino a abrir nuestros corazones y a llevarnos a Dios!

Brian Reynolds

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