El Señor Está Cerca

Lunes
3
Abril

Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.

(Filipenses 1:21)

Vivir a Cristo

Pablo pudo escribir: “para mí el vivir es Cristo”. Otros pueden vacilar antes de declarar tal cosa, aunque realmente deseen llegar a esta convicción. El hombre de este mundo vive para el dinero, el placer o la fama, y la pérdida de estas cosas le arrebataría sus objetivos en la vida. Pablo vivía solo para Cristo, y si hubiera sido posible quitarle a Cristo, entonces habría perdido su razón de vivir. Todo en su vida giraba en torno a Cristo y sus intereses.

El hombre sin Dios vive para sí mismo y considera todo en relación consigo mismo. El creyente tiene el privilegio de saber que, en la cruz de Cristo, Dios ha resuelto la cuestión del “yo”, de modo que ya no tenemos que por esta cuestión. Nuestro viejo hombre ha sido crucificado juntamente con Cristo, por lo tanto, podemos reconocernos muertos al pecado. Reconocer esto es el fundamento del cristianismo práctico, pues implica la destitución del viejo hombre en el juicio de la cruz, y la introducción del nuevo hombre en un mundo nuevo: Cristo en la gloria.

Considerar todas las cosas en relación con Cristo da paso a la alegría de la verdadera experiencia cristiana. De este modo, en Filipenses 1, el apóstol expresa su gratitud al recordar a los estos creyentes, su alegría al orar por ellos, su confianza en cuanto al futuro de ellos; también expresa su afectuoso interés por su situación actual, así como su continua alegría porque Cristo es predicado. Pablo no temía ante la vida, la muerte, los adversarios o el sufrimiento. Estaba lleno de calma y paz en presencia de los adversarios. Pensar en partir para estar con Cristo lo llenaba de gozo. Estas son las alegres y verdaderas experiencias de un hombre que tiene a Cristo como su vida. Esto lo vemos ejemplificado en la vida del apóstol Pablo, y podemos admirar este tipo de vida, aunque nos humillamos, pues tenemos que confesar que estamos muy lejos de vivirla.

Hamilton Smith

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