Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien.
El Señor es aquel que sale al encuentro del alma en cada circunstancia posible. Él utiliza al león como una ilustración, porque el león, como tipo, es el jefe de la creación. “El león, fuerte entre todos los animales, que no vuelve atrás por nada” (Pr. 30:30). A pesar de esto, incluso ellos pueden tener hambre, “pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien”.
Quizás algunos no están de acuerdo con esto, y dicen: «He buscado muchas cosas buenas, pero no las he conseguido». Este salmo no habla de ‘buscar cosas’, sino de buscar al Señor. A todos nos gustaría tener muchas cosas que consideráramos buenas para nosotros. Pero, más adelante, agradeceremos no haberlas tenido. Para más de un creyente, conseguir lo que quería en un momento dado fue la desgracia de su vida. Lo codiciado no es bueno, pero la determinación del corazón humano suele aferrarse a ello. “Nada bueno niega a los que andan en integridad” (Sal. 84:11 NBLA). Recordemos esto, y si algo que hemos deseado se nos ha negado, entonces tengamos la certeza de que no era bueno para nosotros. Si aceptamos esto de corazón, nuestro corazón dirá a Dios: «Bendito sea tu nombre, estoy seguro que no era bueno para mí, Señor». Hay una gran dulzura en esto: “Los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien”.
Este es el principio general de la forma en la que el Señor trata con nosotros. El alma es consciente de la luz de su presencia. Sentimos que el Señor nos salva, y que el ángel del Señor acampa a nuestro alrededor. Entonces poseemos esta convicción: «Lo miro a Él, cuento con Él». Si no obtengo lo que quiero, ciertamente al poco tiempo podré decir: «Oh, Señor, qué bueno que no me dejaste tener lo que deseaba».
W. T. P. Wolston
Do veremos conocidos, plenamente comprendidos
Tus motivos escondidos, mientras andamos aquí;
Y de cuánto nos amaste, con qué gracia nos guiaste,
De peligros nos salvaste, dense gracias siempre a Ti.
Richard Holden