El Señor Está Cerca

Día del Señor
5
Marzo

A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.

(Juan 1:18)

Jesucristo, el Hijo del amor del Padre

Dios es el nombre que refleja su naturaleza absoluta como Aquel que subsiste por sí mismo y más allá del conocimiento de la criatura. Sin embargo, el nombre Padre implica también el nombre Hijo, pues ambos términos están estrechamente relacionados; y el nombre Hijo resalta el conocimiento más íntimo de los afectos del Padre. El Padre ahora es dado a conocer en relación a las actividades de su amor inefable, y se manifiesta en el Hijo eterno.

En el versículo citado arriba, encontramos los nombres Dios y Padre. Se nos declara que Dios, en su ser esencial, es inescrutable, pero también vemos en este versículo que lo que la criatura no pudo descubrir en absoluto, el Hijo nos lo dio a conocer. Solo él lo conocía, siendo el Hijo unigénito en el seno del Padre. Esta revelación no abarca solamente la mano de Dios en su poder omnipotente, la mente de Dios en su sabiduría y conocimiento omnisciente, sino también el corazón de Dios en su amor infinito y eterno como Padre. Los secretos del seno del Padre ahora son dados a conocer, y el amor del Padre se revela por el Hijo y en el Hijo. De hecho, ¿quién podría conocer el corazón de Dios sino el Hijo de Dios? ¡Qué íntima asociación de los misterios de la Deidad con el amor del Padre, pues Dios mismo es amor, tan verdadera y absolutamente como el hecho de que Dios es luz!

El amor encuentra su esencia y se revela en la relación del Padre y el Hijo. “El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano” (Jn. 3:35). “Para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago” (Jn. 14:31). Según el testimonio del Hijo en la tierra, había amor mutuo entre el Padre y el Hijo. Este amor no era una experiencia nueva, pues Jesús dijo: “Me has amado desde antes de la fundación del mundo” (Jn. 17:24), así revelándose como el Hijo eterno del amor del Padre.

W. J. Hocking

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