El Señor Está Cerca

Sábado
4
Marzo

Si alguno tiene oídos para oír, oiga. Les dijo también: Mirad lo que oís; porque con la medida con que medís, os será medido, y aun se os añadirá a vosotros los que oís. Porque al que tiene, se le dará; y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.

(Marcos 4:23-25)

Corazones llenos para testificar

La medida de nuestra fidelidad (o infidelidad) en dar testimonio de Cristo se revelará un día (v. 22). El secreto para resplandecer por Cristo es tener a Cristo en el corazón. «Si el corazón no está lleno de Cristo, entonces la verdad no se manifestará: si el corazón está lleno de otras cosas —de sí mismo– Cristo no puede manifestarse» (J. N. Darby).

Entonces, ¿cómo pueden nuestros corazones estar llenos de Cristo? La exhortación del Señor indica que si hemos de enseñar a otros, primero debemos escuchar por nosotros mismos lo que Dios nos dice: “Si alguno tiene oídos para oír, oiga”. El Señor mismo, por intermedio del profeta Isaías, pudo decir: “Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios” (Is. 50:4). Para poseer “lengua de sabios”, primero debemos tener el oído de un aprendiz. Para saber cómo animar con una palabra al cansado, primero debemos oír la palabra de Aquel que nunca se cansa. Al igual que María de Betania, debemos sentarnos a sus pies y escuchar su palabra, antes de poder dar testimonio a otros.

Además, al dar testimonio a otros, nosotros mismos seremos bendecidos, pues el Señor dijo: “Con la medida con que medís, os será medido”. Cuanto más doy a otros, más me será dado a cambio. Si dejamos brillar la luz que poseemos, más luz recibiremos. Alguien ha dicho adecuadamente que la ley del cielo es «dispersar para aumentar» (véase Pr. 11:24). Pero recordemos también que si no usamos la luz que tenemos, la perderemos. No perderemos la vida, sino la luz.

Hamilton Smith

arrow_upward Arriba