Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios..
Al escribir a los creyentes en Colosas, el apóstol Pablo reconoce con gozo y gratitud su genuina fe en Cristo Jesús. La evidencia de su fe se había visto en su amor por todos los santos. Este era un testimonio maravilloso de que habían oído y creído el evangelio, y que ahora esperaban aquella esperanza “guardada” para ellos en los cielos.
El apóstol, conforme al don que había recibido, estaba preocupado por el crecimiento espiritual de los colosenses. Pablo nunca había visitado Colosas. Epafras, uno de sus compañeros de prisión en Roma, había trabajado fielmente allí y le había compartido a Pablo el estado espiritual de los creyentes. Dios estaba trabajando en Colosas, pero dondequiera que Dios esté obrando, Satanás buscará socavar su obra y perturbar a los creyentes. ¡Con qué rapidez nuestros corazones van en pos de la sabiduría y el conocimiento de este mundo, olvidando que el hombre, por su aparente sabiduría, no conoció a Dios y crucificó al Señor de gloria!
Por eso Pablo, un varón de oración, ruega a Dios por los colosenses, pidiendo que puedan estar llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual. Su ferviente deseo era que estos creyentes anduvieran como es digno del Señor, agradándole en todo. ¿Deseamos agradar a Dios con nuestra conducta? Cuando estudiamos las Escrituras con el propósito de estar llenos con el conocimiento de su voluntad, él también nos dará el entendimiento y la sabiduría para aplicar ese conocimiento a nuestras vidas cotidianas. Así tendremos la fuerza espiritual para avanzar con paciencia y gozo en medio de la adversidad y el conflicto –caminando como es digno del Señor.
Jacob Redekop