Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Es un hecho comprobado que para gozar de buena salud es necesario tener una buena actitud. La ansiedad puede causar serios problemas de salud. El apóstol Pablo, guiado por el Espíritu Santo, enfrenta el asunto de la ansiedad y el desánimo en estos pocos versículos de la Epístola a los Filipenses.
Las palabras: “Regocijaos en el Señor siempre” son una prevención eficaz contra el desánimo y la depresión. Es difícil desanimarse si uno está siempre regocijándose en el Señor. Y nadie puede regocijarse “siempre” a menos que lo haga en el Señor. Si miramos a nosotros mismos o a nuestras circunstancias, podemos exponernos al desánimo. El secreto de la valentía de Elías era su confianza en “Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy” (1 R. 17:1). Cuando miró a las circunstancias, se deprimió a tal punto que deseó morir. Sin embargo, el Señor le dijo: “Sal y ponte… delante del Señor” (1 R. 19:11 NBLA).
Luego el apóstol nos anima: “El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos” (vv. 5-6). No nos recomienda que seamos indiferentes o estoicos, sino a que confiemos en el Señor: “Sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”. Cuando estamos seguros de aquel a quien nos dirigimos, pedimos y, al mismo tiempo, agradecemos. Esto se debe a que estamos seguros que nuestro Dios y Padre hará lo que es mejor para nosotros. “Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 P. 5:7). ¡Dios nos dé diariamente la gracia y la fuerza para regocijarnos en el Señor y no estar ansiosos por nada!
A. M. Behnam