Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.
En sus epístolas, Pablo utilizaba en varias ocasiones la expresión “que andéis como es digno”. Enfatiza la importancia que reviste nuestro andar o conducta. A menudo oímos decir: «Seamos prácticos», y esto es precisamente lo que Dios desea para su pueblo.
Los tres primeros capítulos de Efesios que preceden a esta exhortación nos enseñan una maravillosa verdad: Somos aceptos en Cristo en la presencia de Dios. Redimidos, lavados de todo pecado por su sangre, hemos sido bendecidos con toda bendición espiritual. Además, nuestro Dios Padre nos escogió en Cristo para presentarnos santos y sin mancha delante de él en amor. Este maravilloso plan tuvo su origen en el corazón de Dios desde antes de la fundación del mundo. Esta posición ante Dios tiene dos aspectos.
- En primer lugar, en su oración en Efesios 1:17, Pablo se dirige al “Dios de nuestro Señor Jesucristo”. Esto implica que el Señor Jesús es visto como el Hijo del hombre. Como tal, él es la Cabeza glorificada sobre todas las cosas y la Cabeza dada a la Iglesia, la cual es su Cuerpo. Todo creyente es miembro de su Cuerpo y está en unión viva con él.
- En segundo lugar, en su oración en Efesios 3:14, se dirige al “Padre de nuestro Señor Jesucristo”. Aquí el Señor Jesús es visto como el Hijo del Padre, lo que significa que nosotros también somos hechos hijos del Padre. ¡Amados con el mismo amor con que el Padre ama al Hijo! La oración y el anhelo de Pablo es que seamos llenos de las riquezas de su gracia, la cual nos es revela en una Persona. Esa Persona no es otra que el Señor Jesús, quien habita en nuestros corazones por la fe. Andar como es digno de tal llamamiento es reflejar en la práctica los rasgos morales de Cristo –andar como él anduvo (1 Jn. 2:6), hablar como él habló, y todo esto en obediencia y dependencia a él.
Jacob Redekop