El Señor Está Cerca

Lunes
23
Enero

Se levantaron los jefes de las casas paternas de Judá y de Benjamín, y los sacerdotes y levitas, todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios para subir a edificar la casa de Jehová, la cual está en Jerusalén. Y todos los que estaban en sus alrededores les ayudaron con plata y oro, con bienes y ganado, y con cosas preciosas, además de todo lo que se ofreció voluntariamente.

(Esdras 1:5-6)

Después de la cautividad en Babilonia (3) Ir y dar

Ciro, rey de Persia, proclamó que el Señor, Dios de Israel, le había ordenado que le edificara un templo en Jerusalén. Ciro lo reconoció como Dios. Le dio permiso a cualquiera que perteneciera al pueblo de Dios para que vaya y reconstruya el templo; también le dio una orden a los que no iban a ir a ayudar: debían ayudar a los que sí irían con plata, oro, bienes, ganado y ofrendas voluntarias para la casa de Dios. Eso fue lo que hicieron los líderes de los israelitas y “todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios”. Sin duda, muchos israelitas habían esperado por mucho tiempo el día en que pudieran regresar a su tierra natal y reconstruir el templo. Otras personas del pueblo los animaron, ofreciendo voluntariamente sus bienes para proveer los

materiales y suministros que necesitarían para tan enorme tarea. Mientras que, por un lado, actualmente el Señor está edificando su

Iglesia a partir de piedras vivas, él también utiliza hombres y mujeres para este propósito. No necesitamos ir muy lejos para encontrar materiales de construcción con los cuales edificar sobre el único fundamento, Jesucristo, sobre el que es edificada la Iglesia. ¡Damos gracias a Dios por todo el que participa activamente en la obra de edificación! Él los recompensará abundantemente en su debido momento.

Cada uno de nosotros puede participar en esta obra espiritual de edificación. Nadie está excluido. Algunos trabajan activamente. Todos podemos ayudar por medio de la oración. Hay quienes también son bendecidos con recursos financieros, y tienen el privilegio de utilizar sus bienes para ayudar a quienes trabajan. ¡Incluso las dos blancas de la viuda, por poco que fueran a los ojos humanos, fueron suficientes para que el Señor las alabara!

Eugene P. Vedder, Jr.

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