Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; mas el consejo de Jehová permanecerá.
Una de las cosas más maravillosas de la Palabra de Dios es que las verdades reveladas en ella no permanecen como fragmentos aislados, sino que se encuentran entretejidas a lo largo de todas sus historia y eventos. El versículo de hoy es un muy buen ejemplo de esto, pues la verdad de este proverbio la podemos hallar a lo largo de todas las Escrituras. El hombre planifica, pero cuando trata de ejecutar sus planes, siempre será el consejo de Dios el que permanecerá. Esto es incluso más asombroso cuando consideramos que los planes de los hombres frecuentemente son contrarios a Dios, pero, en su soberanía, él puede trastornarlos para cumplir su voluntad, ¡y esto para finalmente bendecir al hombre! A menudo se dice: «El hombre propone, pero Dios dispone». Este dicho capta la esencia de Proverbios 19:21.
La historia de José en Génesis ilustra perfectamente este proverbio. Fue maltratado cruelmente por sus hermanos; de hecho, lo habrían matado de no ser por la intervención de Rubén, su hermano mayor. Lo echaron en una cisterna y lo vendieron como esclavo (Gn. 37:21, 28). Dios estaba con José y, eventualmente, se convirtió en primer ministro de Egipto en tiempos de crisis. Dios lo utilizó poderosamente para salvar y bendecir, no solo a Egipto, ¡sino también a sus propios hermanos! Cuando todo esto terminó, José le dijo a sus hermanos: “Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien… para mantener en vida a mucho pueblo” (Gn. 50:20). Consideremos el hecho de que los hermanos de José tenían sus propios planes para con él, pero durante todo momento, ¡Dios estuvo cumpliendo sus propios propósitos!
El Antitipo de la historia de José lo hallamos en los evangelios. Los hombres conspiraron para asesinar a Jesús (Mt. 26:3-4) y lo entregaron para que fuese crucificado por manos de inicuos. Sin embargo, todo esto fue “por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios”, el cual se cumplió (Hch. 2:23). Dios es soberano, incluso cuando la ira del hombre logró su objetivo –el plan de Dios era el que debía permanecer, el cual se impondría para nuestra eterna bendición.
Brian Reynolds
