El Señor Está Cerca

Lunes
16
Enero

De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis… pero… vuestra tristeza se convertirá en gozo.

(Juan 16:20)

Tristeza convertida en gozo

¡El pueblo de Cristo es un pueblo afligido! Las pruebas son a menudo su porción y Dios las utiliza como un medio apropiado de su disciplina. El Señor Jesús enjugará toda lágrima de sus ojos cuando entren por las puertas de la gloria. Si usted llora, ¡tenga ánimo! Sus pruebas son medidas por una mano compasiva. Dios le conoce y ama demasiado como para hacer de este mundo un mundo sin lágrimas ni tristezas. Si su camino terrenal estuviera sembrado de flores, podría olvidarse que es un peregrino. Debe ser conducido al punto en el que pueda decir y sentir que solo es un peregrino: «Deseando una patria mejor». Mientras que la aflicción es su porción, piense en Aquel que dijo: “He visto la aflicción de mi pueblo” (Éx. 3:7). Los ángeles no pueden simpatizar con usted porque nunca han tenido que soportar pruebas en esta tierra, ¡pero Jesús sí! También debe saber que tendrá que ser afligido por diversas pruebas solo “si es necesario” (1 P. 1:6).

Se nos promete que nuestra tristeza se convertirá en gozo. Entonces, en un bello momento, todas las pruebas vividas serán olvidadas, y verá que cada riachuelo de dolor ha estado fluyendo hacia el cielo, y que cada ráfaga áspera solo acerca nuestra barca a ese refugio. Y cuando lleguemos, el Señor mismo compartirá nuestro gozo. Quiere que conozcamos el gozo que nos tiene reservado, y nos dirá: “Entra en el gozo de tu Señor” (Mt. 25:21). ¡Maravillosa revelación!

¡Oh, que este gozo pueda ser suyo! Aprecie con gratitud los gozos legítimos que Dios le concede en esta tierra, pero tenga cuidado de descansar en ellos y atribuirles una permanencia que no pueden tener. Solo en el cielo podremos conocer la plenitud de aquel gozo que nadie nos puede quitar (Jn. 16:22).

J. R. MacDuff

Como una telaraña,
Mis días Él tejió;
En el rocío de penas
Su grande amor brilló
Al que todo ha planeado
Por siempre alabaré
En el glorioso reino
De nuestro Emanuel.

A. R. Cousin

arrow_upward Arriba