Mas al primer año de Ciro rey de los persas, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, Jehová despertó el espíritu de Ciro … el cual hizo pregonar … por todo su reino, diciendo: Así dice Ciro, rey de los persas: Jehová, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra; y él me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá. Quien haya entre vosotros de todo su pueblo, sea Jehová su Dios con él, y suba.
Estos últimos versículos de 2 Crónicas marcan el inicio de una nueva etapa en la historia de Israel, el pueblo terrenal de Dios. Como resultado de sus repetidas transgresiones y desobediencias, Dios los entregó en las manos del rey de Babilonia. Este conquistó Judá, quemó el templo de Dios y los palacios de Jerusalén, derribó sus muros, robó sus tesoros, y llevó cautivos a Babilonia a muchos de sus habitantes. Allí sufrieron durante 70 años en cautiverio.
Pero Dios no cambia. Él es fiel. Cumple su palabra. Cerca de dos siglos antes había dicho por medio de Isaías: “Yo soy… el que dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: Serás edificada; y al templo: Serás fundado” (Is. 44:2728). Ciro derrocó a Babilonia y ascendió al trono del imperio medopersa. Este nuevo rey reconoció la autoridad que “Jehová, el Dios de los cielos” tenía sobre él y ejerció su poder en consecuencia.
“Como los repartimientos de las aguas, así está el corazón del rey en la mano de Jehová; a todo lo que quiere lo inclina” (Pr. 21:1). Dios sigue teniendo el control. “El Altísimo gobierna el reino de los hombres” (Dn. 4:17). Él es la autoridad suprema. ¡Qué bendición cuando los gobernantes reconocen esto y se someten a él, buscando deliberadamente hacer su voluntad! ¡Ay, cuán poco vemos esto en la actualidad!
Eugene P. Vedder, Jr.
