Aconteció que… el alma de Jonatán quedó ligada con la de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo.
La relación de Jonatán con David es una imagen de la relación de un joven creyente con nuestro Señor Jesús. Cuando Goliat amenazó con esclavizar a todo el pueblo si vencía a su paladín, los ejércitos de Israel se llenaron de temor, y con razón. Un hombre, solo uno, se interpuso entre ellos y la abyecta esclavitud. Es por este motivo que la derrota del gigante, infligida por David, trajo tanto alivio a todos los israelitas. David había «comprado» a todo Israel con su victoria sobre el gigante. Nuestro Señor Jesús “compró” al mundo entero (Mt. 13:44) cuando murió en el Calvario (2 P. 2:1).
Conmovido personalmente, Jonatán reconoció la importancia de la victoria de David. Sabía que él no podía vencer al gigante, así que admitió que le debía la vida a aquel que derrotó al gigante. Por lo tanto, el corazón de Jonatán se llenó de alivio y su alma quedó ligada con la de David, amándolo como a su propia alma (cf. Mt. 16:26). Alguien que ha aprendido algo del horror de la esclavitud de Satanás, y que ha venido recientemente al Señor Jesús, está inevitablemente atado de manera similar a Cristo. Al que se le perdona mucho, ama mucho (Lc. 7:47).
Los objetos que Jonatán le dio a David contienen un significado muy simbólico. Le dio cosas capaces de demostrarle el afecto que le tenía. Le dio su manto: todo lo que poseía en relación a su linaje real, ahora era de David; también le dio sus ropas: le dedicó a David cada uno de sus actos; su espada y su arco representan todas sus actividades en la batalla, y su cinturón expresa que todos sus pensamientos ahora estaban sujetos a él (Lc. 12:35; 1 P. 1:13). Estar con el Señor Jesús me lleva a conocerlo como el Hijo de Dios que me amó (Gá. 2:20); amamos porque él nos amó primero (1 Jn. 4:19). Así como fue con Jonatán y David, así es con nosotros en nuestra relación con el Señor Jesús.
Hadley Hall