Pablo, no temas… Dios te ha concedido todos los que navegan contigo.
Mi mente se llenó de pensamientos melancólicos cuando el barco cruzaba el Atlántico Norte: pensé en el estado de la Iglesia; la creciente mundanalidad; en la gran cantidad de creyentes que se apartaron de la verdad, creyentes en los que uno había puesto muchas esperanzas; la falta de poder en el servicio y el testimonio; los pocos que parecían ser capaces de presentar la verdad que recibieron quienes nos precedieron –todas estas cosas llenaban mi mente y cavilé en ellas durante la noche. La embarcación se movía de lado a lado en un mar tormentoso, por lo que el ambiente coincidía con mis pensamientos. Así pasé la noche; luego vino el cambio de guardia; el turno de la medianoche fue reemplazado por el turno de la mañana, y cuando sonó la campana, se oyó la voz del oficial a cargo: «¡Todo va bien!»
La nave continuó balanceándose y balanceándose, y la oscuridad parecía ser más profunda que antes, pero aquella llamada matutina cambió mis pensamientos; me acordé del naufragio de Pablo, y cómo cuando las condiciones parecían ser las más oscuras, el ángel de Dios se paró junto a él y le dijo: «Pablo, no temas». El barco en el que Pablo estaba se hizo trizas, pero todos los pasajeros llegaron a tierra a salvo; y me parecía que este episodio, relatado divinamente en la Palabra, tenía un significado profético: toda organización humana fallará, pero la obra de Dios siempre permanecerá, y todos aquellos que, por la gracia de Dios, hayan sido tocados por su Espíritu y traídos a Cristo, llegarán a salvo a la patria celestial.
Este fue un tema conmovedor, y mientras lo meditaba, mi corazón se animó, pues el alegre «todo va bien» resonó en mi alma. Sabía, por supuesto, que no podía esperar que las cosas mejoraran, porque «los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor» (2 Tim. 3:13), sin embargo, la brillante perspectiva del triunfo de Dios, a pesar de todo, resplandeció como una luz en la oscuridad. La oscuridad que nos rodea pasará; por fe podemos ver brillar la Estrella resplandeciente de la mañana, y sabemos que todo está bien.
J. T Mawson