Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que Él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos.
Dios es la fuente de toda bendición. Este es el primer pensamiento ante nosotros al leer estos versículos. Él es visto aquí como el autor y fuente de todo. ¡Qué pensamiento tan bendito y precioso para el corazón! Por lo tanto, se nos dice que es su llamamiento, su herencia, su poder. Al mismo tiempo, la bendición se nos presenta en Cristo y con Cristo, aunque fluyendo de Dios, pues Él es la fuente. Aquí vemos el brillante despliegue de su gracia y amor en los lugares celestiales hacia aquellos que han sido llevados a Él por el evangelio.
Evidentemente, Cristo resucitado es el despliegue glorioso de toda bendición, y lo contemplamos por fe. Ahora bien, ya sea en cuanto a la gracia y el amor a los pecadores en la tierra, o a los creyentes en el cielo, la fuente sigue siendo la misma. Todo proviene de Dios: La predicación del evangelio, el llamamiento actual, la gloria futura, y el poder que acompaña la verdad y nos da un anticipo de la gloria. Cuando pensamos en lo que somos por gracia, ¡qué asombrosa y maravillosa es esta verdad a los ojos de la fe!
No hay un solo corazón en todo el universo que se nos haya revelado tan asombrosamente como el corazón de Dios. Él dio a su Hijo para que muriese por nosotros. ¡Oh, qué fuente bendita, plena, eterna y perfecta! ¡Toda bendición debe proceder de Él! ¡Mora allí, oh alma mía! Es tu lugar de gozo y fortaleza, tu hogar para siempre. Eres nacido de Dios, nacido de arriba. El lugar nativo de una persona es donde nació. ¿Qué puede ser más alentador para el corazón que dejarse caer sobre los consejos de Dios como el fundamento de toda nuestra bendición? Este terreno jamás podrá cambiar. Nuestra redención fue planeada antes de la creación de este mundo. Y actualmente, el Cristo resucitado, y los hijos de Dios resucitados juntamente con Él, ¡es la respuesta perfecta a los consejos eternos de su amor!
A. Miller