El Señor Está Cerca

Viernes
23
Diciembre

Todo el que veía aquello, decía: Jamás se ha hecho ni visto tal cosa… Considerad esto, tomad consejo, y hablad. Entonces salieron todos los hijos de Israel, y se reunió la congregación como un solo hombre… a Jehová en Mizpa… Y dijeron los hijos de Israel: Decid cómo fue esta maldad. Entonces el varón levita, marido de la mujer muerta, respondió.

(Jueces 19:30; 20:1, 3-4)

Los jueces de Israel (36) Fracaso moral (B) Consultando juntos

Luego de asesinar a su concubina, el levita dividió su cuerpo en doce trozos y envió un trozo a cada tribu en Israel. Esto escandalizó a toda la nación, y todas las tribus, excepto Benjamín, se reunieron para considerar lo que había sucedido y tomar una decisión en conjunto.

Si bien «la congregación se reunió al Señor como un solo hombre en Mizpa» (NBLA), no leemos en ningún momento que le hayan preguntado al Señor que debían hacer. Le preguntaron al levita como había sucedido algo tan horrible. Su respuesta fue típicamente humana. No dijo nada acerca de su propia culpa, sino que solo habló de lo que los benjamitas quisieron hacerle y lo que le habían hecho a su concubina. ¡Qué difícil nos resulta confesar nuestras propias faltas y responsabilizarnos por ellas! El levita dijo a todos que decidieran qué hacer en ese mismo instante (v. 7). Entonces respondieron a esta exigencia, y sin ninguna señal de humillación, y sin buscar la dirección del Señor, «todo el pueblo se levantó como un solo hombre», y declararon su intención de batallar contra Gabaa. Estaban unidos en su determinación de lidiar severamente con esta terrible maldad, pero no en considerar cuál era el pensamiento del Señor con respecto a lo que estaban por hacer. Entonces le exigieron a la tribu de Benjamín que les entregaran a los hombres de Gabaa, y cuando se negaron a hacerlo, se prepararon para la batalla. Con cuánta frecuencia nosotros también actuamos precipitadamente en contra de otros. Nos olvidamos de la gran paciencia del Señor para con nosotros, y no buscamos su guía acerca de cómo ayudar a nuestros hermanos y hermanas que han cometido una falta o no han juzgado el mal en toda su gravedad.

Eugene P. Vedder, Jr.

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