El Señor Está Cerca

Sábado
17
Diciembre

Volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta.

(1 Reyes 19:7)

El camino no es demasiado largo para Dios

Cuando leemos acerca de Elías, podemos ver que, en el día de la manifestación de su fe, los cuervos pudieron alimentarlo y la viuda sustentarlo; y en el día de su abatimiento, los ángeles lo sirvieron y Dios mismo lo alimentó. ¡Qué Dios el que cuida de nosotros!

Despertado por el ángel, mira «y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua» (1 Reyes 19:6). Además, el Jehová de los tiempos de Elías es el Jesús de los tiempos del evangelio. Nuestra fe puede debilitarse. En los momentos de desaliento y de decepción, podemos perder toda energía, tener pensamientos amargos, orar sin discernimiento, incluso murmurar sobre nuestra suerte. No obstante, los tiernos cuidados de Dios jamás cesan.

Después de haber reconfortado a Elías con el sueño y la comida, Dios le habla: «largo camino te resta» (1 Reyes 19:7). El poder desplegado, el ánimo y la fe requeridos, la oposición que debe encontrar, las privaciones que tiene que soportar, todo es demasiado grande para un hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras. Sin embargo, si bien el camino es muy largo para Elías, no lo es para su Dios. En su tierno amor, Dios provee a las necesidades de su siervo.

Nosotros también estamos en un viaje que culmina en la gloria; un viaje en el que tendremos pruebas que soportar, dificultades que vencer, testimonio que dar, y oposición que enfrentar. Puede que también digamos que el camino es demasiado largo para nosotros, y nosotros demasiado pequeños para el camino. Bien podemos decir: «Para estas cosas, ¿quién es suficiente?». Pero la respuesta llega al instante: «Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad» (2 Cor. 2:16; 12:9). Entonces, como la gracia y el poder de Cristo resucitado están a nuestra disposición, bien podemos proseguir nuestro camino, fortalecidos «en la gracia que es en Cristo Jesús» (2 Tim. 2:1).

Hamilton Smith

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