El Señor Está Cerca

Viernes
16
Diciembre

En aquellos días, cuando no había rey en Israel, hubo un levita que moraba como forastero en la parte más remota del monte de Efraín, el cual había tomado para sí mujer concubina de Belén de Judá. Y su concubina le fue infiel, y se fue de él a casa de su padre… se levantó su marido y la siguió, para hablarle amorosamente y hacerla volver… y quedó en su casa tres días, comiendo y bebiendo y alojándose allí.

(Jueces 19:1-4)

Los jueces de Israel (35) Fracaso moral (A) Sin discernimiento piadoso

Los últimos capítulos de Jueces detallan una serie de eventos que sucedieron poco tiempo después de la muerte de Josué. No había rey en aquel entonces, y cada uno hacía lo que bien le parecía. Al leerlos, vemos una total falta de piedad y discernimiento espiritual de parte de todos los involucrados. ¡Que seamos advertidos por ello!

Los levitas debían asistir a los sacerdotes, servir a Dios y enseñar su ley y sus juicios al pueblo. Por lo tanto, debían ser ejemplos de piedad. ¿Por qué, entonces, un levita tenía una concubina? Desde el principio, el plan de Dios era que el hombre tuviese una esposa como ayuda idónea, no una esposa y una novia o una amante, como suele suceder actualmente. De igual forma, la fidelidad dentro del matrimonio también forma parte de los planes de Dios, pues el matrimonio entre un hombre y una mujer es un tipo de la bella relación entre Cristo y la Iglesia. Dios llama fornicación a las relaciones sexuales fuera del matrimonio.

El pecado y la inmoralidad de esta mujer no fueron juzgados, ni siquiera vemos rastros de vergüenza por tales actos. En lugar de eso, el levita disfrutó momentos agradables comiendo con el padre de ella por cinco días. La inmoralidad, las orgías, las drogas, el alcohol y la pornografía son consideradas cosas normales y legítimas hoy en día. Dios llama a estas cosas: «deleites temporales del pecado».

Luego de dejar la casa de su suegro, este levita, que hasta ahora había tolerado el mal, ¡evitó «piadosamente» detenerse en una ciudad jebusea! ¡Qué hipocresía! No obstante, para evitar cualquier daño que los hombres de Gabaa pudiesen hacerle, él terminó entregando a su concubina en manos de ellos.

Eugene P. Vedder, Jr.

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