El Señor Está Cerca

Jueves
1
Diciembre

Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo.

(Gálatas 4:4)

El silencio de Dios

El periodo de 400 años, que transcurrió entre el fin del Antiguo Testamento y el comienzo del Nuevo Testamento, es llamado comúnmente «el periodo de los cuatrocientos años de silencio». Durante ese tiempo no hubo voz profética. Pero el hecho de que Dios haya guardado silencio durante este periodo no significa que estuvo ausente o que no obró en su propósito de enviar a su Hijo al mundo. Tanto las profecías de Daniel como la historia secular dan cuenta de lo que Dios estuvo haciendo durante este periodo de tiempo.

Daniel profetizó que el imperio griego se levantaría primero; y lo presenta bajo la imagen de un «macho cabrío» que tenía un «cuerno nota­ble», y que luego fue gobernado por cuatro «cuernos» (Dan. 8:5, 8). La historia secular armoniza con la profecía de Daniel: habla del adve­nimiento de Alejandro Magno como emperador de Grecia y de los cuatro generales que lo sucedieron. Uno de los resultados más importantes de esto es que el griego se convirtió en el lenguaje universal en los tiempos bíblicos. De hecho, muchos de los judíos de aquella época hablaban más griego que hebreo. Esto generó que finalmente se tradujera la Biblia hebrea al griego, la cual es conocida como «la Septuaginta». Muchas citas del Antiguo Testamento, que aparecen en el Nuevo Testamento, fueron sacadas de esa traducción. ¡El plan de Dios era que el Nuevo Testamento fuese escrito en griego!

Luego del imperio griego vino la república romana y luego el Impe­rio Romano, el cual cubrió gran parte del mundo habitado de aquella época. Las carreteras romanas y la «Pax Romana» (la paz y seguridad romana) facilitaría finalmente la divulgación del evangelio por todo el mundo. Es verdad, Dios estuvo en silencio por cuatrocientos años, pero estaba trabajando y preparando el camino para su Hijo.

Este principio puede aplicarse a nuestras propias vidas. Dios puede parecer silencioso en nuestra vida cotidiana, pero no significa que esté ausente. Podemos estar seguros que Él está obrando para cumplir su propósito en nuestras vidas, para su gloria y para nuestra bendición.

Brian Reynolds

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