Ella le dijo: ¿Cómo dices: Yo te amo, cuando tu corazón no está conmigo?… [Y] presionándole ella cada día… Le descubrió, pues, todo su corazón, y le dijo: Nunca a mi cabeza llegó navaja; porque soy nazareo de Dios desde el vientre de mi madre… Viendo Dalila que él le había descubierto todo su corazón, envió a llamar a los principales de los filisteos, diciendo: Venid esta vez, porque él me ha descubierto todo su corazón.
Una y otra vez Sansón se vio envuelto en problemas por causa de las mujeres filisteas. ¡Con cuánta frecuencia Satanás ha tenido éxito contra el pueblo de Dios por medio de mujeres impías e inescrupulosas, a quienes ha utilizado para obtener tal propósito! El libro de los Proverbios, con sus sabios consejos, aún no había sido escrito, pero como nazareo de Dios, Sansón debería haber estado alerta. ¡Ay! Externamente, él fue nazareo la mayor parte de su vida, pero ¿estuvo su corazón alguna vez dedicado total y verdaderamente a Dios?
«Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida» (Prov. 4:23). Cuando la Escritura habla del corazón, no se refiere al órgano físico que bombea sangre a todo el cuerpo. El corazón, bíblicamente hablando, es más bien el asiento de los sentimientos, los afectos y el entendimiento. El corazón del creyente debe pertenecer al Señor, pero el mundo quiere ganarlo, y se deleita en jugar especialmente con los afectos y los sentimientos. Así fue con Dalila. Ella se dio cuenta, cuando trataba infructuosamente de descubrir el secreto de la gran fuerza de Sansón, que él estaba en realidad jugando con ella y que no estaba comprometido de corazón.
Dalila le insistió, lo fastidió y le hizo pucheros hasta que finalmente Sansón le descubrió todo su corazón. Ella se dio cuenta de esto. ¡Ahora lo tenía justo donde quería! Luego llamó a los príncipes filisteos para que le trajesen su recompensa. Lo arrulló para que se durmiera sobre sus rodillas, y llamó a un hombre para que le rapara las siete guedejas de su cabeza. ¡Ahora sí que lo tenía justo donde quería! ¿Está nuestro corazón total y realmente dedicado al Señor?
Eugene P. Vedder, Jr.