El Señor Está Cerca

Viernes
21
Octubre

Los filisteos subieron y acamparon en Judá… Y los varones de Judá les dijeron: ¿Por qué habéis subido contra nosotros? Y ellos respondieron: A prender a Sansón hemos subido, para hacerle como él nos ha hecho. Y vinieron tres mil hombres de Judá a la cueva de la peña de Etam, y dijeron a Sansón: ¿No sabes tú que los filisteos dominan sobre nosotros? ¿Por qué nos has hecho esto? Y él les respondió: Yo les he hecho como ellos me hicieron.

(Jueces 15:9-11)

Los jueces de Israel (28) Sansón (D) Tomando venganza

Luego de que su esposa reveló la respuesta a su enigma, Sansón pagó su apuesta matando a otros filisteos y dándole sus vestimentas a quienes habían dado la respuesta al enigma. Luego de eso, se devolvió enojado a la casa de su padre. Cuando volvió, se dio cuenta que su esposa había sido dada a su compañero, así que cazó 300 zorras, las juntó cola con cola, puso una antorcha entre cada dos colas, y así quemó los campos sembrados de los filisteos. Como venganza, ellos quemaron a su esposa y al padre de ella, y Sansón se vengó de ellos atacándolos con una gran mortandad.

Dios había dicho que Sansón comenzaría a «salvar a Israel de mano de los filisteos». Tristemente, cuando la Escritura relata sus conflictos contra los filisteos, ella indica que lo hizo más que nada por venganza y no como un servicio a Dios.

Podemos entender que el mundo impío hable de «desquitarse», o busque venganza por los daños o desprecios causados. Esto es volver a lo que quiso hacer Lamec, descendiente de Caín, el cual, justificándose a sí mismo, dijo a sus esposas: «Pues he dado muerte a un hombre por haberme herido, y a un muchacho por haberme pegado» (Gén. 4:23 NBLA). ¡Qué diferente es el ejemplo de nuestro Señor Jesús, «quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba». Se nos dice que debemos seguir sus pisadas (1 Pe. 2:23, 21). «No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor» (Rom. 12:19).

Eugene P. Vedder, Jr.

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