El Señor Está Cerca

Lunes
10
Octubre

Han dicho: Venid, y destruyámoslos para que no sean nación, y no haya más memoria del nombre de Israel.

(Salmo 83:4)

¿Por qué el odio contra los judíos?

¿En qué se parecen el Faraón del Éxodo, Amán el agagueo y Adolf Hitler? La respuesta: un odio arraigado hacia el pueblo de Israel. No solamente eso, ellos transformaron su odio en acciones y casi tuvieron éxito en aniquilar al pueblo de Dios. ¿Cuál es la fuente de este odio y por qué persiste incluso en nuestros días? El mundo ha reconocido la existencia de esta ira irracional hacia los judíos y la ha catalogado como «antisemitismo». Diversos estudios académicos han tratado de llegar a la raíz del problema, pero los resultados no han sido concluyentes.

Sin embargo, basta con dirigirse a la Biblia para encontrar la respuesta. La descendencia de Abraham (a través de Jacob e Isaac) era el linaje por medio del que debía venir la «simiente» (Gál. 3:16), es decir, el Mesías. No hay duda de que el plan de Satanás era utilizar el decreto de Faraón, el cual consistía en aniquilar a todos los niños varones hebreos, o la vil conspiración de Amán (Ester 3:6), para frustrar el propósito de Dios de enviar a su Hijo al mundo. Si el pueblo de Israel era destruido, entonces sería el fin del linaje por medio del que vendría el Mesías, y nosotros no podríamos haber sido redimidos.

Pero ¿cómo explicamos las acciones perversas de personas que han vivido en tiempos modernos, como Hitler, y que fueron realizadas después de la venida del Mesías? ¿Por qué Satanás seguiría intentando exterminar al pueblo judío? La Biblia promete que Dios restaurará y bendecirá a Israel. El reino de mil años de Cristo tendrá su centro en aquella tierra. Por lo tanto, Satanás siempre intentará obstaculizar el cumplimiento de lo que Dios ha prometido, y lo hará intentando destruir a Israel. Pero Dios, en su soberanía, ha utilizado el odio a los judíos para disciplinar a su pueblo, lo cual culminará con su bendición final y con el cumplimiento de sus propósitos, como está escrito: «Ciertamente la ira del hombre te alabará» (Sal. 76:10). Puede que el enemigo quiera destruirlos, pero no puede ir más allá de lo que Dios ha designado, pues Él será glorificado en su pueblo escogido.

Brian Reynolds

arrow_upward Arriba