El Señor Está Cerca

Sábado
8
Octubre

Saben que no fueron redimidos de su vana manera con cosas perecederas como oro o plata, sino con sangre preciosa, como de un cordero sin tacha y sin mancha: la sangre de Cristo.

(1 Pedro 1:18-19)

La redención

El evangelio no solo proclama el perdón de nuestra culpabilidad y la justificación en lugar de la condenación, sino que también nos revela a Dios como Redentor. Jehová les dijo a los hijos de Israel: «os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes» (Éx. 6:6). En el libro de Rut también hallamos una ilustración asombrosa de la redención. Gracias al derecho de redimir, Booz tomó para sí a Rut como su esposa y también la herencia.

En el Nuevo Testamento, hallamos la redención y la justificación mencionadas en Romanos 3. Somos «justificados… mediante la redención que es en Cristo Jesús» (v. 24). Estos diferentes aspectos de la obra de Cristo, y sus efectos, están relacionados íntimamente, de manera que no podemos tener uno sin el otro, aunque también los vemos claramente distinguidos. Cristo ha hecho la gran obra que vale para pagar todas las obligaciones bajo las que yacíamos: la redención es en Él y por nosotros. La redención incluso se extiende a la resurrección del cuerpo, tal como leemos en Efesios 1:14: «hasta la redención de la posesión adquirida». Esta es la redención que esperamos, y este momento llegará cuando el Señor Jesús venga por sus santos.

La redención no es una obra humana, sino divina. Dios nunca deja sus obras incompletas, como vemos en la historia de la redención que realizó en Egipto. Él no redimió a los hijos de Israel por la sangre del cordero para luego olvidarse de ellos, dejándolos bajo el yugo de sus verdugos egipcios. No, todos los que Él redimió por sangre, también los redimió sacándolos de Egipto con gran poder. Dios también completará su obra en nosotros. Todos los redimidos por la preciosa sangre de Cristo estarán cuando, en su segunda venida, Él redima los cuerpos de sus santos.

F. B. Hole

arrow_upward Arriba