El Señor Está Cerca

Día del Señor
25
Septiembre

Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.

(Mateo 11:27-30)

La invitación del Señor

Qué maravilloso escuchar de los labios de Aquel que es Rey de reyes la expresión: «Soy manso y humilde de corazón». ¡Qué contraste con quienes se proponen en su corazón alcanzar la honra de un rey! Las supuestas cualificaciones de quienes tal hacen están lejos de ser válidas, mientras que las palabras del Señor Jesús, tal como las leemos en el versículo de hoy, nos proveen una clara demostración de que solo Él tiene las aptitudes para ser el Rey escogido de Dios.

Cristo declaró claramente que todo le había sido entregado en sus manos por el Padre, y lo hizo mucho tiempo antes de su exaltación futura, cuando venga para reinar públicamente sobre todo el mundo. De manera que, Él no es solamente el Rey de Israel, sino el Rey de reyes –y Él es más que Rey. Es el Hijo del Padre y, como tal, la dignidad y la gloria que le pertenecen sobrepasan grandemente el entendimiento de sus criaturas. «Nadie conoce al Hijo, sino el Padre». De igual manera, «ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo». Sin embargo, en su gracia, Él añade: «y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar». Todos los creyentes, por medio de la revelación que les es dada por el Hijo, conocen al Padre de una forma viva y real.

¡Qué bella es la invitación del Señor Jesús a todos los trabajados y cargados! Hay quienes trabajan para corregir su propio carácter pecaminoso y quienes se ven cargados por la tristeza y el pecado que los rodea. La carga es demasiado pesada. Solo Él puede llevarla por ellos, siempre que vengan a Él. Cristo está totalmente al alcance de todos, mientras que la mayoría de los reyes terrenales no lo están. ¿No anhelamos su compasión y amor?

L. M. Grant

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