El Señor Está Cerca

Sábado
24
Septiembre

¿De dónde compraremos pan para…? Pero esto decía para probarle; porque Él sabía lo que había de hacer.

(Juan 5:5-6)

Fe débil

Evidentemente, los discípulos no podían suplir la necesidad de la multitud, pero el problema no fue solo ese, sino que tampoco pudieron confiar en que el Señor sí podía. Felipe y el resto de los discípulos habían agotado sus recursos, pero ¡ay!, no habían comenzado a confiar en su Maestro; es por eso que rápidamente le aconsejaron que despidiera a la gente. Pero Él les dijo: «Dadles vosotros de comer», entonces se dieron cuenta que solo tenían cinco panes y dos pececillos. Sin embargo, estos eran recursos suficientes si Cristo estaba allí, independientemente de la cantidad de personas en la multitud, y ellos debieron haberlo sabido.

Muchos discípulos hoy en día actúan como los discípulos en aquel momento. Son ignorantes de los recursos de la fe que tienen a su disposición, pues nunca se han acercado a recogerlos. Como la viuda de Sarepta, poseen tan solo un puñado de harina y un poco de aceite, lo cual es muy poco para ellos, y menos aún para poder compartirlo con otros (1 Reyes 17:7-12). Pero el día en que la viuda salió a recoger un par de leños para preparar su última comida, y luego echarse a morir –ese mismo día fue el comienzo de una nueva vida y una nueva experiencia. Las palabras del varón de Dios cambiaron su perspectiva. «No tengas temor» le dijo, «hazme a mí primero de ello una pequeña torta» (1 Reyes 17:13). La gracia la condujo suavemente al principio; y, sin duda, la pequeña torta se hizo cada vez más grande a medida que la fe de la mujer se fortalecía. Aquel día la mujer descubrió que tenía recursos inagotables y, por lo tanto, la hambruna que había a su alrededor se había acabado según su propia experiencia. Sus necesidades fueron satisfechas abundantemente, y se convirtió en una fuente de bendiciones para otros; y esto es exactamente lo que el Señor espera de sus hijos hoy en día. Y, poseyendo la harina y el aceite, que son figuras de Cristo (nuestra vida) y el Espíritu Santo (el poder de nuestra vida), podemos ser canales de bendición para quienes nos rodean, a pesar de que vivimos en un mundo de escasez, sequía y muerte espiritual.

L. Laurenson

arrow_upward Arriba