El Señor Está Cerca

Miércoles
21
Septiembre

¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!

(Deuteronomio 5:29)

Bosquejos breves del Pentateuco (11) — Deuteronomio (A)

El título «Deuteronomio» proviene de la traducción griega del Antiguo Testamento y significa «segunda ley», una repetición de la ley. Sin embargo, el título original en hebreo es mucho más exacto para describir su contenido, utilizando simplemente las palabras halladas en el primer versículo: «Estas son las palabras» (1:1). Deuteronomio está compuesto mayormente por palabras y exhortaciones de Moisés al pueblo. Es casi completamente narrativo, en contraste con los otros libros del Pentateuco que son más bien históricos en su naturaleza.

Hay una lección que se nos presenta claramente en Deuteronomio, y es que la obediencia a los mandamientos del Señor es el camino a la bendición. Obviamente, el cristiano no está bajo la Ley, sin embargo, la obediencia es la clave para una vida cristiana feliz, como alguien dijo una vez: «La salvación es por gracia por medio de la fe, pero la felicidad es por medio de la obediencia».

El pueblo es visto acampando en los llanos de Moab. En tan solo unas semanas entrarán a la Tierra Prometida. Pudo haber sido un viaje de tan solo once días, pero a causa de la desobediencia de la generación más antigua, el pueblo tuvo que pasar casi cuarenta años en el desierto (Deut. 1:2; Núm. 14:29-35). Ahora, Moisés está a punto de morir y dirige su mensaje a la segunda generación, antes de que crucen el Jordán.

En Deuteronomio no hay tantos tipos y figuras como en los primeros cuatro libros del Pentateuco, pero, como ya mencioné antes, el énfasis está en la obediencia a la Palabra, la cual es presentada como condicionante para disfrutar las bendiciones de la tierra.

Durante la tentación en el desierto, el Señor Jesús enfrentó a Satanás citando el libro de Deuteronomio (comp. Lucas 4:1-12). Él fue el hombre dependiente y obediente: el verdadero Israelita. Que podamos, por su gracia, seguir sus pisadas.

Brian Reynolds

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