El Señor Está Cerca

Martes
20
Septiembre

Le dijeron sus hermanos:… manifiéstate al mundo.

(Juan 7:3-4)

Cristo se revela en su gracia antes de su gloriosa aparición

Los hermanos de Cristo, que no creían en Él, le dijeron enfáticamente: «Manifiéstate al mundo». Querían que se manifestara en ese mismo instante, conforme a las declaraciones que había hecho; le propusieron que se revelara indiscriminadamente desde ese momento en adelante. Pero Jesús les dijo: «Mi tiempo aún no ha llegado» (v. 6). No era momento de que se manifestara públicamente; pero ese día llegará muy pronto, el cual será para la alegría de sus santos, y para terror de los impíos. Entonces se revelará, cuando «todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por Él» (Apoc. 1:7). «Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria» (Marcos 13:26). Ese será el tiempo de su manifestación pública.

Pero el Señor Jesús aún no ha venido para confundir al mundo con su manifestación pública –y esto, para un mundo que yace en maldad (comp. 1 Juan 5:19)– mientras que su misericordia (su verdadera paciencia) se encuentra al colmo de la tolerancia; porque cuando Él venga, será para eliminar de su dominio a todo ofensor, a todo el que comete iniquidad, a todo el que practique o ame el pecado. ¿Por qué? Porque Cristo es la santidad misma, y no puede ver el pecado; y donde Él está, el pecado no puede encontrar un lugar.

Entonces, en su venida Él barrerá, «con la escoba de la destrucción» (Is. 14:23 NBLA), todos los refugios de las mentiras (Is. 28:17), y todo lo que se oponga a la santidad. Por lo tanto, esta paciencia es una felicidad relativa. Y bueno es para los creyentes de hoy en día que el Señor no actuara en conformidad a la sugerencia de sus hermanos, no manifestándose entonces. Bueno es para ellos que su hora no hubiese llegado en ese momento. La paciencia del Señor fue su salvación. Jesús rechazó la proposición de sus hermanos, pero subió a Jerusalén secretamente (v. 10), invitando a todos a venir y participar de su misericordia (v. 37), antes del tiempo en el que Él se revelará públicamente al mundo.

J. N. Darby

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