Estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros.
En el libro de Números hallamos un paralelo asombroso de la Primera carta de Pablo a los Corintios. Leemos del orden de las tribus, los levitas y los sacerdotes alrededor de la morada de Dios, el tabernáculo (Núm. 1 - 4). Esto es significativo en relación con Corintios, porque es en esa epístola que encontramos la verdad de que Dios mora en medio de su pueblo (1 Cor. 3:16-17; 14:25); en 1 Corintios también aprendemos acerca de los obreros y la función de los dones en los capítulos 3, 4, 8, 12 y 14. El Espíritu Santo distribuye los dones como Él quiere, así como a cada tribu y familia se le asignó un lugar y un rol en el sistema del tabernáculo.
Esto lo vemos retratado en las tres familias de levitas que tenían la tarea de trasladar partes específicas del tabernáculo. Una de las responsabilidades de la familia de Merari era trasladar las estacas, las cuerdas, las tablas y las barras (Núm. 3:35-37). El merarita es como aquellos en el cuerpo de Cristo que valoramos menos porque no poseen un ministerio prominente o público (1 Cor. 12:23). Pero cuán necesario era el servicio humilde y silencioso del merarita, ¡pues de ellos dependía la firmeza y estabilidad del tabernáculo! El merarita es como aquellos miembros del cuerpo a quienes Dios ha dado «más abundante honor» (1 Cor. 12:24).
Una consideración solemne adicional: el apóstol utiliza la rebelión y el pecado de Israel, registrado en el libro de Números, como un ejemplo y una advertencia para nosotros los cristianos (1 Cor. 10:5- 11). En números también vemos al arca del testimonio moverse a través del desierto yendo delante del pueblo. En 1 Corintios, Pablo ve a la Iglesia en su administración y condición en la tierra, a diferencia de lo que vemos en Efesios, donde ella es vista en los lugares celestiales. Esto es presentado asombrosamente en el libro de Números cuando se habla del orden del campamento y sus movimientos a través del desierto.
Brian Reynolds