El Señor Está Cerca

Jueves
1
Septiembre

Se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.

(Mateo 17:2)

La transfiguración: imagen del milenio

La transfiguración es una imagen de lo que será el reino de mil años de Cristo. ¡Cuán glorioso, Jesús Mesías, Rey! Oh, qué transformación se llevará a cabo en esta tierra, cuando esta ya lleva a cuestas 6.000 años de pecado y miseria. ¡Qué gloriosa contemplación! ¡El Hijo del hombre glorificado! ¡Qué bendición será para los santos en el milenio poder ver aquel rostro, resplandeciente como el sol!

Los pocos que vieron esta anticipación de su gloria, parecen pre­figurar los diferentes tipos de creyentes terrenales que compondrán el reino; algunos que habrán sido decapitados, representados por Santiago (comp. Hec. 12:2; Apoc. 20:4a); y otros, que se habrán escondido y atravesado indemnes la Tribulación, representados por Juan (Apoc. 1:9; 20:4b).

«He aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él» (v. 3). Estos parecen representar a dos tipos de creyentes celestiales que aparecerán junto con Él. Elías representa a los creyentes que no murieron, es decir, los que serán arrebatados, mientras que Moisés representa a los que durmieron, y serán resucitados. Satanás podía contender por el cuerpo de Moisés antes que Cristo resucitara; pero desde que Cristo, las primicias, resucitó, el diablo ya no puede contender por nuestros cuerpos. ¡No! En un abrir y cerrar de ojos, en su venida, Cristo reclamará los cuerpos de todos los que son suyos (1 Cor. 15:23, 51).

De este modo, el santo monte de la transfiguración nos presenta una bella imagen de la futura gloria y majestad de Cristo. Los cre­yentes celestiales, sean los arrebatados o los resucitados de entre los muertos, cuyos cuerpos habrán sido transformados a semejanza de Su cuerpo glorioso, serán vistos con Él y como Él. Entonces, en la tierra, el remanente fiel de Israel, conformado por los que habrán atravesado la gran tribulación y los que habrán muerto durante la tribulación, llenarán el complemento de la primera resurrección, y ciertamente vivirán y reinarán con Cristo por mil años (Apoc. 20:4).

C. Stanley

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