El Señor Está Cerca

Lunes
29
Agosto

Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que Él nos abrió a través del velo.

(Hebreos 10:19-20)

Dentro del velo (2)

Un creyente sabe que su precioso Salvador, quien murió por él en la cruz, ahora está glorificado en el cielo; sabe también que la sangre de Cristo ahora habla por él en la santísima presencia de Dios. De manera que el creyente puede regocijarse en el hecho de que la muerte del Hijo de Dios y su sangre derramada le dan el derecho de entrar en el cielo mismo –ahora por la fe y en espíritu, y corporalmente cuando Jesús regrese. Si le hablas de estar «siempre a los pies de la cruz», él te apuntará al velo rasgado; al perpetuo Sumo Sacerdote que está dentro del Lugar Santísimo; a la sangre que habla allí; y declarará que su inefable privilegio es estar ahora dentro del velo.

Allí es donde vemos a Aquel que murió por nosotros. Él estuvo en la cruz; estuvo en la tumba; pero ahora lo contemplamos en los cielos, coronado de gloria y honor. Sabemos que vive siempre allí ejerciendo sus funciones sacerdotales en favor nuestro. Allí donde Él está aprendemos el verdadero valor de su sangre preciosa, no solamente en lo relativo a la remisión de los pecados, sino como nuestro derecho para estar en la presencia de Dios en perfecta paz para siempre. Quienes insisten en estar «siempre a los pies de la cruz» pueden tener paz; pero ¿cómo pueden conocer la comunión y la adoración según la mente de Dios?

¿Nuestras almas se regocijan verdaderamente en el Señor? ¿Sabemos lo que significa realmente estar dentro del velo como sacerdotes purificados? No hay esfuerzo en esto. No tenemos que tratar de estar allí, porque sabemos que estamos allí, en Aquel que es verdadero. Entrar en este hecho asombroso, y contemplar al Bendito que está allí, conociendo también la invitación que se nos hace a acercarnos confiadamente y en todo momento, podemos tomar el lugar que la sublime gracia nos ha otorgado, e inclinar nuestros corazones en gratitud, alabanza y adoración.

H. H. Snell

arrow_upward Arriba