Mi Padre os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.
¿Qué representa el maná? Es un tipo de Cristo descendiendo del cielo a la tierra; de Cristo, la encarnación de la gracia de Dios para su pueblo; primeramente, disponible para Israel, pero como sabemos, finalmente su alcance se extendió a todos los creyentes por medio de la fe y por el Espíritu. ¡Ciertamente Él fue enviado por Dios, descendió del cielo y fue un extranjero celestial sobre esta tierra!
¡Con cuánta gentileza vino como un Niño envuelto en pañales! ¡Cuán humilde fue el lugar que tomó y la senda que pisó! Cuánto alimento hay disponible para el pueblo de Dios cuando lo vemos desde el comienzo de su vida aquí, creciendo en sabiduría, estatura y favor para con Dios y los hombres; sujeto a sus padres, ¡aunque su corazón estaba puesto en los negocios de su Padre! Con total abnegación, ¡Él anduvo aquí teniendo en vista el bien de los hombres y la voluntad de Dios! Pero ¿qué idioma o lengua podrá expresar toda la gracia que vino por medio de Jesucristo?
Aquí el fue Hombre. Estuvo aquí por Dios. Vino a esta escena de necesidad con el propósito de cumplir la voluntad de Dios. Fue enviado por Él, y vino de su propia voluntad. No vino como un súper hombre, una evolución del viejo orden adámico o de la generación humana. Nació verdaderamente de mujer, o sino no habría sido Hombre, pero fue concebido del Espíritu Santo, y no de José, y de esta forma era un Hombre según un nuevo orden, santo desde su nacimiento, el Hijo eterno de Dios, y en humanidad el Hijo de Dios.
No ha de sorprendernos que el mundo ha estado tratando, desde entonces, de descifrar el profundo misterio de su gloria, diciendo: «¿Qué es esto?» Todos se vuelcan a examinarlo, intentan analizarlo, y aún así terminan diciendo: «¿Qué es esto?» Pero nuestros corazones, enseñados por Dios, hacen eco de las palabras del Maestro: «el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo».
W. H. Westcott