El Señor Está Cerca

Martes
9
Agosto

Estando yo en medio de los cautivos junto al río Quebar, los cielos se abrieron, y vi visiones de Dios.

(Ezequiel 1:1)

Mirar hacia arriba

Cuando recibió esta visión, Ezequiel se encontraba en circunstancias muy difíciles. Los hijos de Israel estaban cautivos y parecía que toda esperanza se había disipado. Sin embargo, justo en medio de tales circunstancias, él recibió esta visión. En nuestras vidas, siempre habrá momentos en los que, como Ezequiel, necesitamos una contemplación renovada de la grandeza y la gloria de Dios. Todos tendemos a vernos influenciados por las condiciones externas y a deprimirnos como consecuencia de estas. Lo que necesitamos es una visión como esta para que nuestra confianza en Dios sea restaurada.

Lo primero que Ezequiel vio fueron los cielos abiertos. Acorralado por los hombres en la tierra, sin salida alguna, el profeta estaba seguro que los cielos no estaban cerrados para él. Independientemente de las restricciones que los hombres le habían impuesto, Ezequiel debía aprender que los cielos están siempre abiertos para aquel que camina en la tierra sometiéndose a las instrucciones del cielo.

En segundo lugar, Ezequiel relata que, a través de estos cielos abiertos, él vio «visiones de Dios». Tenía la seguridad que él era un objeto de interés para el cielo y que esta visión le fue dada por la gracia divina. ¡Qué diferencia hay entre mirar a nuestro alrededor y mirar hacia arriba! ¿No tendemos a leer acerca de los problemas en este mundo y, como consecuencia, sentir que todo se está desmoronando a nuestro alrededor? Como resultado, una nube de depresión se instala sobre nosotros. Sin embargo, si en lugar de eso tomamos nuestras Biblias y, como Ezequiel, recibimos nuevas «visiones de Dios», ¿no deberíamos proseguir nuestro camino con una sensación de victoria en nuestras almas y no de depresión? La condición de este mundo es crítica; si así no lo fuera, entonces las Escrituras no serían verdaderas; pero ¿por qué esto nos debería afectar? A través de su Palabra, Dios nos revela su majestad y gloria, y si nuestras almas se llenan de estas cosas, nada en este mundo logrará deprimirnos.

G. Davison

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