Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: <em>Yo soy el que soy</em>.
¿Se han dado cuenta que se ha vuelto normal la utilización del nombre «Dios» para reemplazar el bendito nombre de Aquel por medio del cual lo llegamos a conocer (Juan 14:6-10)? Muchos cristianos dicen: «Me gustaría conocer mejor a Dios» o «quiero servir a Dios». Si comparamos estas expresiones con lo que dice el apóstol Pablo, nos daremos cuenta de que él utilizó términos más adecuados: «estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor» (Fil. 3:8) y «Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo» (Fil. 1:1). Los ejemplos de Pablo muestran que debemos proclamar el nombre completo del Señor Jesús y sus títulos, y no usar solo el nombre Dios de forma indiscriminada.
Hay veces que es legítimo dirigirnos al Dios Trino como «Dios». Sin embargo, parece que se ha vuelto común y regular utilizar este nombre para referirse tanto al Padre como al Hijo. Debemos ser cuidadosos de identificar al Padre de forma específica en nuestras oraciones y conversaciones, y emplear el nombre de Jesucristo cuando hablamos del Salvador, el Esposo, el Abogado y el Gran Sumo Sacerdote. Además, no siempre es adecuado utilizar simplemente el nombre «Dios» en nuestras conversaciones o en nuestros testimonios, ya que es por medio del Señor Jesús que nos acercamos al Padre, y llegamos a conocer a Jehová solamente por medio de Aquel en quien habita toda la plenitud de la Deidad (Col. 2:9; Lucas 10:22). También debemos reconocer que al declarar su precioso nombre nos separamos de muchos falsos grupos religiosos que dicen invocar el nombre de Dios – ¡pero con significados muy diferentes!
H. Blok
Oh, Padre, te adoramos por tu Hijo amado;
Y, por el Espíritu, a tu santo trono nos acercamos.
A. P. Gibbs