El Señor Está Cerca

Sábado
30
Julio

Sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará ver entonces mi arco en las nubes.

(Génesis 9:14)

El arco en las nubes

En este día de gracia, siempre hay un arcoíris en las nubes. A veces estamos tan ocupados con la nube que no discernimos su acompañante celestial –¡pero allí está! Brillante y hermoso, se extiende del cielo a la tierra. El arcoíris en las nubes proclama que Él es fiel a su promesa. Nosotros miramos las nubes; Dios mira el arcoíris. El arco en las nubes expresa su inmutable fidelidad y misericordia. Este es el terreno sobre el que estamos junto con Dios.

«Cuando haga venir nubes… [Yo pondré] mi arco en las nubes». No podemos dividir ambas cosas, ni mirarlas por separado. Si es bueno que recordemos que solo somos aptos para el juicio, también es bueno que recordemos quién es Dios, de otra forma el alma se sobrecogería de temor y decepción. Miremos lo que Dios ve. Esta es la forma de captar los pensamientos divinos. A pesar de las nubes, Dios es por nosotros. Él nos ha tomado en gracia, conociendo todo acerca de nosotros, incluso cuando no había nada en nosotros para atraerlo.

En medio de todos los ejercicios que hallamos en el camino, Dios nos permite ver el arcoíris en las nubes. Piensa esto en relación con tu prueba actual, en aquella situación que más te angustia. ¿Se trata de una prueba en la iglesia, en el trabajo, en el hogar, o se trata de algo personal? Trata de ver su arcoíris. Te dará una visión clara de Dios y alegrará tu camino peregrino. La nube puede ser oscura y sombría, pero hay algo bello que ha sido pintado por la mano de Dios, algo que te dice lo que Él es para ti y lo que tu eres para Él. Recuerda, independientemente de que veas o no el arcoíris, este está allí.

Toda la experiencia del desierto tiene el objetivo de enseñarnos lo que somos y lo que Dios es. La inclinación del corazón natural siempre será enorgullecerse y ser independiente. Dios conoce nuestros corazones, nos expone, nos corrige, y todo lo hace para nuestro bien. Recordemos su promesa: «Estará el arco en las nubes, y lo veré» (Gén. 9:16).

H. C. Anstey

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